Se utilizan técnicas mínimamente invasivas como la cirugía laparoscópica y la cirugía robótica, que permiten una recuperación más rápida, menos dolor y cicatrices pequeñas.

El tiempo promedio oscila entre 2 a 4 horas, dependiendo de la complejidad de cada caso y la técnica quirúrgica utilizada.

Generalmente, la recuperación inicial toma de 1 a 2 semanas. Durante este periodo se recomienda reposo relativo, evitar esfuerzos físicos intensos y seguir estrictamente las indicaciones del médico especialista.

Aunque las cirugías renales son muy seguras, pueden presentarse complicaciones menores como infecciones, sangrados o molestias pasajeras. Las complicaciones graves son poco comunes gracias a las técnicas quirúrgicas modernas.

Es fundamental mantener una buena hidratación, seguir una dieta equilibrada, tomar la medicación prescrita por el médico, evitar esfuerzos físicos intensos y acudir a controles periódicos con tu urólogo.

La mayoría de los pacientes pueden reincorporarse a sus actividades habituales entre 2 y 4 semanas tras la cirugía, dependiendo del tipo de procedimiento y evolución particular.

Cuando se realizan procedimientos mínimamente invasivos y conservadores, generalmente no se compromete la función renal, permitiendo que el riñón mantenga su funcionamiento adecuado a largo plazo.

Dolor constante en la zona lumbar, sangre en la orina, infecciones urinarias frecuentes, masas palpables o diagnóstico previo de cálculos o tumores renales indican que debes consultar con un especialista.

Este tipo de cirugía ofrece menos dolor postoperatorio, menor riesgo de complicaciones, hospitalización más corta y una recuperación más rápida comparada con las técnicas tradicionales abiertas.